Este ejercicio va a ir orientado a escuchar todo lo que pasa en tu cuerpo.
Frecuentemente solemos comportarnos como si nuestra mente fuera para un lado y nuestras emociones y sentimientos, para el otro.
De hecho, cuando algo sucede en nuestro cuerpo nos enfadamos. Creemos que es un ser al que le suceden cosas y que no tienen que ver con nosotros. Y no es verdad, el cuerpo y la mente son algo indivisible, una unidad, un todo donde nosotros estamos. Y en ese todo, tienes que empezar a conectar con tu cuerpo.
Muchas veces las personas tenemos miedo a lo que sucede en nuestro cuerpo. De hecho queremos liberarnos de sensaciones de malestar, desagradables, incómodas, pero sin sentirlas ni transitarlas. Hacer como que no pasa nada. Intentamos hacer cualquier cosa para no sentir.
Pero tienes que empezar a sentir. Tienes que darte cuenta a través de tu propia experiencia, que no es peligroso.
Quiero que pases este rato conmigo para conectar con tu cuerpo, para darte cuenta de cómo estás en este momento, en el aquí y en el ahora.
CONECTA SIN JUICIO
La primera propuesta para trabajar con tu cuerpo y sentirte a salvo, calmado, es que puedas en este momento conectar. Vamos a empezar por cerrar los ojos y poner esa mirada interna en tu cuerpo. Sólo observa cómo está tu cuerpo en este momento. Empieza a entrenar tu mente para esta observación. Una observación desde la amabilidad, la compasión y la aceptación de todos los procesos que se estén dando en tu cuerpo.
Por un instante, suspende tu mente de todo tipo de juicio, de todo pensamiento que vayas a poner por encima de tus sensaciones. Sólo siente. Haz un paréntesis, luego dentro de unos minutos te vuelves a preocupar, pero ahora no, ahora es el momento de conectar con tu cuerpo, de sentir, de observar.
Observa desde una mente de principiante como estás por dentro. ¿Qué observas? ¿Qué encuentras dentro de ti?
Puede ser que estés teniendo sensaciones incómodas que tienen que ver con el estrés, con la ansiedad, otras veces son movimientos en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo está activo, es un ser vivo. Suceden muchas cosas.
Lo que pensamos, nuestras emociones, están también en nuestro cuerpo. Hemos de conocer nuestro cuerpo. Si te conoces, te será mucho más sencillo regularte emocionalmente y mentalmente.
Este proceso de observar cómo te sientes no tiene que realizarse solo una vez de manera aislada, sino que forme parte de una rutina de vida. Para empezar a sentirte a salvo y calmado.
REALIZA UN ESCÁNER CORPORAL
Puedes ir haciendo un pequeño escáner corporal. Empieza por la punta de tus dedos del pie y ve subiendo. Puedes ir subiendo por `piernas, rodillas muslos, estómagos, pecho, manos, mandíbula, ojos. Cuando haces ese escáner, seguro que había alguna parte del cuerpo que para ti pasaba desapercibida pero está en tensión. Si lo observas, suelta, relaja.
Si tienes los hombros hacia arriba, relájalos. Si tienes la mandíbula apretada, suelta, el ceño fruncido, el estómago contraído, suelta.
Afloja tu cuerpo por unos segundos que estás contigo. Suelta todos los músculos de tu cuerpo.
Estate en tu cuerpo.
Esta es la primera idea, observar y soltar.
Te pregunto, ¿Cómo te encuentras? ¿Qué está pasando en tu cuerpo?
Sigue observando. Tu mente va a engancharse, te puede mandar millones de mensajes pero, vuelve a tu cuerpo, no juzgues las sensaciones. La intención no es que dejes tu mente en blanco, sino que redirijas tu mente hacia tus sensaciones cuando estos pensamientos entren.
RESPIRA
Una vez de que estás con tu cuerpo respira, hazlo de manera profunda. Sintiendo de manera plena como entra y sale el aire de tu cuerpo. Respira con el estómago.
Abandona la respiración agitada.
Suelta los músculos del estómago, suelta el cuerpo.
Una vez que estás con tu cuerpo, respirando profundo, empieza a identificar los puntos de tensión.
¿Dónde sientes la presión en tu cuerpo? ¿Dónde está la
emoción ahora?
Puede que haya varios lugares, vuelve a hacer un escáner corporal.
Mantente atento, date algunos minutos más de conexión, de sentir….
Déjate llevar por las sensaciones. Cuando estés ahí, contigo, permanece un poco más hasta abrir progresivamente de nuevo los ojos.